Una furia de alas negras by Alex London

Una furia de alas negras by Alex London

autor:Alex London
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico, Novela
publicado: 2019-02-26T14:27:50+00:00


Brysen

Venas diferentes

18

Ascendieron durante un día entero hacia el bosque de abedules de sangre, en fila a lo largo de espolones de roca y sobre manos y rodillas para subir pendientes con piedras sueltas. Brysen tuvo que soltar a Shara para que ella pudiera seguir por su cuenta y revoloteara de peñasco en peñasco sobre ellos. Regresaba volando a él cada pocos minutos, picoteaba nerviosamente su guante y mantenía una mirada precavida hacia los búhos, que dormían serenamente cada uno en el puño de su Madre Búho, mientras el sol consumía el día.

Cuando llegaron a la cota de nieve, tuvieron que detenerse para rellenar sus botas con piel y plumas, después siguieron el ascenso, cruzando una serie de puentes de hielo sobre abismales gargantas, hasta que finalmente llegaron al sombrío bosque. Se detuvieron en un claro de delgados árboles blancos. Había espitas colocadas en unos pocos troncos para recolectar su savia roja, gota a gota, en recipientes. Había algunas cajas pequeñas para polluelos de búho clavadas en altura. Sin embargo, nada ululaba. El bosque estaba en silencio mientras el sol se ponía detrás de la cuesta occidental, bañándolos con casi instantánea oscuridad blanca.

Brysen sabía que su vida y, por lo tanto, la de Dymian, dependía ahora de las Madres Búho que los habían capturado. No rescatado —pese al inconfundible alivio que sentía por no haber perdido la cabeza a manos de esos transportistas—, sino capturado. Era un prisionero, pero el mejor camino al águila fantasma era a través de sus captoras. Ellas sabían dónde cazaba el águila fantasma; conocían los mejores caminos a su nido en el Desfiladero Innombrable. Era la clave de su éxito y habían venido a él. Sintió una oleada de orgullo.

Su plan aún funcionaba, aunque había tenido algunas sorpresas y mucha más violencia de la que había esperado. Aun así, podía imaginar la expresión de Dymian inundada de alivio cuando Brysen bajara caminando de la montaña con la enorme águila negra asegurada en una red cruzada sobre su espalda. Casi podía oír los vítores de los chicos riñeros y sentir el aliento tibio de Dymian en su cuello al abrazarlo. Estaba posado al borde de la gloria. ¡Sería un héroe! ¡Una leyenda! Probablemente podría manejar el negocio sin Kylee, si ella aún deseaba irse. Podría liberarla, tal como ella quería, y también sería su héroe. Podría ser el héroe de todos.

—La nidada cuidará de estos dos —le dijo Üku a Kylee, sin prestarle un ápice de atención a Brysen. Iba a ser difícil persuadirla para que se uniera a su causa si ni siquiera le hablaba.

—Quisiera tan solo preguntarle unas… —comenzó a decir, pero la mujer frunció los labios y sostuvo la mano en alto para callarlo. Ella se volvió otra vez hacia Kylee.

—Él estará a salvo con la nidada. Tú vendrás con nosotras un rato.

—¿Dónde está la nidada? —preguntó Brysen, esforzándose para hacer valer su derecho a hablar. Buscó con la mirada algún tipo de jaula o alcahaces donde las Madres Búho pudiesen alojar una bandada de aves, pero no vio nada.



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